A lo largo del tiempo, los usos del suelo han ido modificando la configuración natural del entorno de Galve.
Galve se ubica en una depresión en la que la parte más baja está ocupada por el río Alfambra. Allí, encontramos la
presencia de chopos cabeceros que destacan sobre el resto de especies de ribera. En las zonas llanas más cercanas al núcleo urbano podemos observar huertas tradicionales, mientras que cuanto más nos
alejamos, las huertas dan paso a cultivos de regadío como cereales, forrajeras o cultivos de chopo para madera. El límite de la zona del regadío está marcado por las acequias, puesto que discurren
por la parte más elevada posible de estas zonas, dando servicio a los campos ubicados a una cota inferior.
Las zonas que quedan fuera de la posibilidad de riego corresponden a campos utilizados para el cultivo de cereal de
secano con períodos de barbecho. También se pueden encontrar otros cultivos como girasol o forrajeras de secano.
Por último, quedan las zonas sin cultivar. Corresponden a zonas en la que el afloramiento de roca impide el arado del
suelo, o bien su pendiente complica la actividad agraria. Estas zonas quedan relegadas a pastos o cubiertas de vegetación natural. La vegetación natural ha ido modificándose por la necesidad de
obtener leña, madera y pastos para la ganadería. En el entorno en el que nos ubicamos domina el paisaje de parameras, destacando la ausencia de arbolado en gran parte del territorio, exceptuando las
riberas. La eliminación del arbolado ha permitido la extensión de un matorral denso que en parte se utiliza como pasto y en otras ocasiones, se ha retirado para favorecer el uso ganadero.
Estos usos tradicionales a su vez, se ven modificados por las actividades económicas que se han ido implantado como la
ganadería intensiva, la minería o, más recientemente, la instalación de plantas fotovoltaicas o aerogeneradores.
La ganadería intensiva se centra sobre todo en el ganado porcino frente a la ganadería extensiva de ovino tradicional.
Se han ido instalando granjas que conviven con las antiguas parideras y corrales.
Por su parte la minería ha trasformado el paisaje y entorno del valle de Galve, destacando los colores de las arcillas
rojas que de allí se extraen.
Las nuevas formas de obtención de energía se han ido extendiendo por el entorno, como podemos observar de camino a Galve
desde la carretera nacional N-420. Allí destacan en las zonas elevadas los aerogeneradores más antiguos, ubicados de los Altos del Zancado, con los más recientes del entorno de Cañada Vellida, de
mayor tamaño. En zonas agrícolas han comenzado a instalares paneles fotovoltaicos en zonas más llanas, como la zona de El Campillo entre Galve y Cañada Vellida.